martes, 24 de marzo de 2009

Rousseau

Hay que reconocer que tuvo los santos cojones de publicar El Contrato Social en una época donde en Francia gobernaba Luis XVI, un tipo que sufrió desdoblamiento de personalidad unos años después: la cabeza por un lado y el cuerpo por otro.

Y es que hay que tenerlos bien puestos para decirle al Rey que la monarquía no es que sea la forma de gobierno que más ayuda al desarrollo del pueblo, y eso en una época donde por solo decir que no te gusta la empolvada peluca del Rey pueden mandarte de por vida a una oscura celda, llena de gañanes deseosos de agujeros frescos donde meter sus sucias pollitas.

Y es que el agujerito de Rousseau era fresco y culto. Porque el francés este no sólo se limitaba a pasear por el filo de la navaja con afirmaciones poco convenientes para su salud, también era botánico y, al parecer, mientras inhalaba vapores de hierbas raras procedentes de países del Magreb, también se dedicaba a escribir cosuelas. De otra forma no se explica que en su obra Emilio sea capaz de decir, y dejar constancia de ello sin el menor rubor, que el hombre es bueno por naturaleza pero la sociedad lo corrompe. Ahí es nada ¿Dónde carajo miraría este hombre para atreverse a decir semejante memez? Lo dicho, las hierbas.

En caso de existir un santo patrón de Hippies y buenrollistas, este debería ser Rousseau. Un santo al que encomendarse mientras los despellejan vivos por haberse entrometido en aldeas hutus o tutsis con los dedos en V y explicando las tiernas teorías de buen francés.

Para saber más, aunque dudo que te apetezca leerlo….wikipedia.

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